Se dan durante todo el año, pero en verano más. Los médicos de atención primaria deben estar más atentos a las infecciones vulvovaginales en esta época de bañador, playa, piscina, ríos... Y lo saben.
La Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) advierte sobre el aumento de estas infecciones, recuerda el camino para alcanzar un diagnóstico más claro en la consulta de Primaria y los consejos que debe recibir la paciente como prevención.
"El primer mensaje para el médico de Atención Primaria es no diagnosticar ni poner un tratamiento hasta no tener una certeza de cuál es la causa de esa infección, porque las infecciones pueden tener diferentes orígenes y el tratamiento que se ponga debe ser específico para cada causa", apunta María Jesús Cancelo, vicepresidenta de la SEGO y jefa de Servicio en el Hospital de Guadalajara.
Para dar con la patología de manera concreta, el facultativo no se puede conformar con lo que le diga la paciente, debe realizar una exploración y ahí es donde va a poder diferenciar de dónde viene la infección.
Cancelo recuerda que las vulvovaginitis más comunes son la candidiasis y la vaginosis bacteriana, con manifestaciones distintas.
Candidiasis y vaginosis bacteriana
"En una infección por cándida hay un componente inflamatorio importante y la mujer se va a quejar de picor, ardor, escozor, molestias al orinar, molestias con las relaciones sexuales... ". Mientras en la exploración, el médico debe identificar "unos genitales inflamados, enrojecidos y con la característica secreción vaginal como de leche cortada, como si fueran trocitos de yogur".
Cuando es una vaginosis bacteriana, la mujer de lo que más se queja es de "un cambio en la secreción vaginal, una secreción con mal olor y puede tener alguna molestia, pero no son tan evidentes, agudas o importantes como en el caso de la candidiasis". La secreción también es diferente, en el caso de la vaginosis bacteriana es "más espumosa, de color amarillento tirando a grisáceo, pero no hay signos inflamatorios ni en la vaginal ni en la vulva".
Sobre la posibilidad de confundir estas patologías con infecciones en el útero o en las trompas de Falopio, Cancelo descarta ese error. "Estamos hablando de infecciones del tracto genital inferior, que son muy diferentes de las del tracto genital superior, que es la enfermedad pélvica inflamatoria. En ese caso ya hay una afectación de órganos internos y los síntomas son distintos: la mujer tiene mucho dolor, puede tener fiebre y hay un aumento de esa secreción vaginal. Además, se relacionan con un tipo de patógenos distintos".
Posibilidad de recidiva
Hay quienes son más propensas que otras a padecer estas infecciones. La causa que suele estar detrás de esa persistencia del patógeno o del alto riesgo de recidiva que existe en la candidiasis es un bajo estado de defensas.
"Las circunstancias o factores que se han relacionado con estas recibidas continuas de las infecciones son la toma continuada de antibióticos, tener una enfermedad que disminuye las defensas de la mujer o estar sometida a un tratamiento con fármacos oncológicos", destaca la vicepresidenta de la SEGO.
En todo caso, como el verano reúne una serie de factores que favorecen estas infecciones, el paciente debe recibir información sobre los hábitos que previenen la aparición de vulvovaginitis.
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